Te dejo aquí algunas entradas a mi blog, donde te comparto reflexiones, ideas y también artículos recientes, fruto de mi trabajo de investigación.
Recientemente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina dictó la Resolución 2640/2023 sobre el uso de un lenguaje claro en las decisiones judiciales. El tema permite dos niveles de análisis. En primer lugar, el que aquí nos interesa y es el que tiene que ver con la relación entre el lenguaje claro y la argumentación jurídica. El segundo, se relaciona con la comprensión de cómo las disidencias pueden desnudar desacuerdos profundos en el seno del tribunal. Para entender esto último, te invito a leer la disidencia del Juez Lorenzetti donde se expone con claridad una postura divergente de la decisión mayoritaria. La disidencia es total y llega a desacreditar totalmente a la resolución, al considerarla meramente declarativa. Entre los argumentos esgrimidos por Lorenzetti se incluyen: la consideración de los alcances de una resolución sobre el tema, la independencia de los tribunales y la (im)posibilidad de establecer reglas argumentativas a priori. La disidencia considera también importante contextualizar el tema del lenguaje claro en el marco de los progresos que diversos órdenes de gobierno y la propia Corte han hecho en el pasado.
Aquí únicamente me referiré al primer aspecto, aunque para ello tomaré algunos de los puntos abordados en la disidencia. Creo que debemos comenzar por decir que el uso del lenguaje claro y la correcta argumentación no son sinónimos. En los considerandos de la resolución se lee que dada la especialidad del lenguaje jurídico, se recomienda adoptar prácticas que favorezcan la comprensión de las decisiones por parte de sus destinatarios. Para ello, incorpora lineamientos generales para estructurar las sentencias y para el correcto uso del lenguaje.
Sin embargo, debemos establecer que si bien hablar claramente es una condición necesaria para la adecuada argumentación jurídica, no es suficiente con ello para lograr argumentar correctamente. Y en este sentido, ambas nociones son complementarias pero independientes. En la disidencia antes referida, el Juez Lorenzetti también introduce esta distinción. En particular, refiere: "El principio de la independencia del poder judicial implica distinguir entre la regulación del lenguaje y la argumentación. La elaboración de los argumentos que permiten arribar a una solución jurídica y el modo de presentarlos es una facultad de cada Juez o Jueza que está protegido por el principio de independencia judicial. Ningún tribunal superior ni organismo del Estado puede indicarle a un juez/a cómo debe argumentar de manera previa a la elaboración de la sentencia."
Establecida la distinción, y avanzando sobre el tema de la argumentación jurídica, no estoy tan segura de coincidir con la segunda parte del argumento de Lorenzetti. Por supuesto que la independencia judicial importa la soberanía absoluta sobre el raciocinio de los jueces. Sin embargo, de ello no se sigue que no sea posible establecer reglas argumentativas a priori. Esta falta de formación específica en las Escuelas de Derecho, es una carencia que no contribuye a la calidad de los sistemas de justicia. En particular, debemos mencionar que la Teoría de la Argumentación Jurídica se ha encargado de prescribir ciertos “recorridos argumentales” para ayudarnos a "argumentar bien" y esto no altera de ningún modo la independencia judicial. Afirmar lo contrario sería como sostener que aprender lógica constriñe nuestra libertad de pensamiento anárquico. Dicho esto, quizás se pueda adherir a la idea central expresada por el Juez Lorenzetti, al sostener que la resolución no es el espacio adecuado para ello.
Por último, debemos destacar, en coincidencia con lo expuesto en la disidencia, que la cuestión del lenguaje claro no es novedosa y que hay mucho trabajo que se ha venido realizando sobre el tema. En el caso de Argentina, la Red de Lenguaje Claro elaboró una guía de 9 pasos para planificar la estrategia comunicativa en lenguaje claro. La misma red, también elaboró el manual de lenguaje claro. Ambos documentos aportan lineamientos útiles para adoptar el lenguaje claro en nuestra práctica profesional.
Más allá del contenido de tales documentos, aquí voy a referir algunas ideas directrices que nos pueden servir de ayuda:
1. Toma en cuenta a tu auditorio: Piensa siempre a quién te diriges, así podrás adaptar el lenguaje al nivel de comprensión que el auditorio tenga sobre el tema.
2. Persigue siempre la claridad, sin vueltas: Dentro de lo posible evita los tecnicismos innecesarios y explica directamente el meollo de la cuestión. Evita también el uso de términos ambiguos o, en su caso, precisa el sentido con que utilizas el término.
3. Prefiere las oraciones cortas y simples: Evita las estructuras complejas y prefiere, en cambio, las oraciones cortas.
4. Simplifica, evita ser redundante: Revisa el texto para eliminar información redundante o innecesaria que pueda complicar la comprensión.
5. Utiliza los recursos gráficos para destacar la información relevante: Apóyate en los recursos de formato para destacar la estructura del texto y también los aspectos importantes en su contenido. Además, si el argumento es extenso, siempre ayuda al lector/a contar con un mapa de los pasos argumentales que se seguirán.
Estas ideas representan apenas un punto de partida, pero como dije, no deben confundirse con todo lo que podemos hacer en el plano de la argumentación jurídica para lograr expresar nuestro argumento de la mejor manera, brindando buenas razones y presentándolas también de la mejor forma con el uso de esquemas argumentales apropiados.
Si quieres saber más acerca de la argumentación jurídica, te invito a participar del webinar: Introducción a la Argumentación Jurídica que estaré dictando el día 8 de diciembre. Allí abordaremos los antecedentes de la Teoría de la Argumentación Jurídica, sus conceptos fundamentales y las aplicaciones en la práctica profesional. Si quieres saber más, puedes seguir este enlace.
*La foto de la portada es de Brett Jordan en Unsplash
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