Te dejo aquí algunas entradas a mi blog, donde te comparto reflexiones, ideas y también artículos recientes, fruto de mi trabajo de investigación.
¿Será posible que la música afecte nuestra manera de pensar, de sentir y, por tanto, de escribir?
Bueno, tal parece que sí y esto está siendo estudiando y demostrado por la ciencia.
Recientemente, he podido confirmar algunas de mis intuiciones al dar con el trabajo de un grupo de investigación de la Escuela de Medicina (Erasmus MC) de aquí, de Rotterdam. El proyecto se llama: "Música como medicina" y fue creado por el Prof. Dr. Hans Jeekel, Jefe del Departamento de Cirujía del Hospital Erasmus MC y pianista intrigado por el efecto de la música en la recuperación de la salud.
En concordancia con los resultados de la investigación llevada a cabo por este equipo de trabajo, se ha aprobado recientemente una guía terapéutica elaborada por la Federación de Especialistas Médicos, donde entre otras buenas prácticas vinculadas a las intervenciones quirúrgicas, se recomienda el uso de la música antes, durante y después de las intervenciones.
Entre los pacientes operados que escuchaban música de su preferencia o con ciertas características especiales, se registraron recuperaciones más rápidas y así como también dosis inferiores de analgésicos. Además, entre los beneficios de la música como medicina se destacan:
la disminución de la presión arterial, el ritmo cardíaco y la respiración;
la reducción de la producción de hormonas del estrés;
la producción de endorfinas (analgésico natural);
la mejora del estado de ánimo y el bienestar;
aumento de la memoria y el sueño reparador;
la facilitación de la comunicación y la interacción social.
En lo personal, debo confesar que yo tenía mi propia verificación empírica acerca de los efectos de la música como medicina. Si bien esta no vale en sí misma como prueba científica, sí explica (y justifica en lo personal) mi apoyo constante en la música para acompañar diversos procesos internos y necesidades puntuales. Te comparto mi anécdota...
Hace muchos años, participé de un viaje grupal de jóvenes seleccionados para ser parte de un programa organizado por una Fundación Universitaria Argentina durante el mes de febrero en Estados Unidos (léase, pleno invierno de nevadas en Washington). Éramos un grupo de jóvenes, entusiastas, que combinábamos las actividades culturales y académicas del programa con salidas e incursiones nocturnas a un ritmo propio de los 20. Y al promediar el final del viaje, luego de dicho ritmo sostenido, me engripé. 🤧
Tenía un virus que me provocó una bronquitis importante que prácticamente me impedía hablar. Recuerdo lo bien que se sintió el cariño de mis compañeros que me compraron las medicinas y procuraban que mi reposo fuera lo mejor posible mientras ellos seguían las andanzas, ¡claro! En especial, recuerdo que uno de ellos me ofreció su Discman y cd's (valuado tesoro por aquellos tiempos).
Por supuesto, acepté el ofrecimiento. Y mientras pasaba el día sola en cama, sintiéndome mal, empecé a escuchar los discos que me había dejado mi amigo con buen gusto musical. Me distraje, me entregué a la música y lo increíble es que después de unas horas, me di cuenta el gran cambio en mi estado de salud, la fiebre había cedido y todo mejoró a partir de ese momento. Fue un punto de inflexión que marcó el inicio de la recuperación. No olvidé esta experiencia y desde entonces, conozco el poder de la música que ahora confirmo con evidencia científica.
Ahora bien, si la música puede tener este impacto sobre nuestra salud, ayudándonos a recuperar el equilibrio perdido como lo ha demostrado la ciencia, lógico es pensar que también tendrá beneficios más allá de la enfermedad. Para seguir en el registro autorreferente, debo decir que también he podido experimentar el poder de la música para relajarme y apoyar mis procesos creativos.
En momentos de stress, cuando he necesitado estímulo, siempre me he refugiado en la música como compañera de trabajo. He podido fluir con ciertas frecuencias y luego, comprobé que esto también tiene una explicación. La música puede inducir en nosotros estados de coherencia que se vinculan con las ondas alfa del cerebro. Estas son las que inducen el pensamiento creativo, la capacidad de aprender y la buena memoria.
Estas son mis experiencias y a esta altura tengo curiosidad por saber si has tenido alguna experiencia vinculada con lo que aquí te cuento. Quizás conoces los beneficios de la música para la recreación, pero no los has probado a la hora de escribir o estudiar.
Si todavía no lo has hecho, te comparto una lista que he creado en Spotify: 'Be creative and shine' para que hagas tu propia prueba y luego me cuentes.
*La imagen es de Johnny Briggs para Unsplash
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